LAILA BOUHMARA
Amb el seu pseudònim A.Chaho, l'Anabel Chaves, de 2n de batxillerat ha estat finalista de la 3a Categoria en PROSA dels premis literaris del nostre institut.
DIARIO DE UN SUMISO
Oigo ese molesto sonido y noto como se mueve perezosa. Como cada mañana la observo tumbado desde su cama mientras se prepara para salir. Primero se mete en ese cuarto pequeño, allí se entretiene un buen rato. De verdad que no lo comprendo, con lo poco que me gusta a mí estar ahí... Cuando acaba, se acerca y me da unos golpecitos. Me pide que baje, o así lo interpreto yo, y se pone a remover todas esas telas suaves y cojines de su cama.
Por fin, ha acabado, y eso significa la mejor parte de la mañana. Se sienta en la mesa y se pone a desayunar. Yo desde el suelo la miro con cara de pena. No es que no se cuide, ¿eh? Pero es que no hay comparación con lo que ella se prepara a lo que me echa a mí en ese recipiente del suelo. No me hace caso, así que decido dar unos sal titos para que vea que estoy ahí. Me mira, sonríe, y dice algo que no entiendo, pero la cuestión es que funciona, y acaba cediendo, para así darme algo de su exquisito desayuno. Veo que se levanta. Ya habrá terminado, me imagino, por eso me dirijo con la cabeza gacha al sofá. No constante, no ha pasado demasiado rato cuando me llama, así que pego un brinco y corro hacia ella, que ya me espera en la puerta.
Aún no me acostumbrado a eso que me pone alrededor del cuello, más que nada porque es algo molesto, pero... ¡qué remedio! Con el tiempo ha aprendido que sin esto no se puede salir fuera, aunque no veo que ella lleve algo parecido... Me siento sumiso a ella, porque por mucha resistencia que ponga, siempre acaba siendo ella quien dirige el paseo. Me gustaría saber si es así con todo el mundo o sí soy único al que marca un ritmo. En nuestra relación es ella quien elije cuando salimos y cuando no, dónde vamos y el tiempo que pasaremos fuera de casa. Además, también se encarga de torturarme con agua y jabón de vez en cuando,aunque ella lo maquilla diciéndome " Hoy toca una buena bañera, Ok". Por último, también rige mi alimentación, obligándome a comer día tras día esas croquetas sin demasiado sabor.
Sin embargo, no puedo quejarme demasiado. Podríamos decir que soy un perro afortunado.
Por fin, ha acabado, y eso significa la mejor parte de la mañana. Se sienta en la mesa y se pone a desayunar. Yo desde el suelo la miro con cara de pena. No es que no se cuide, ¿eh? Pero es que no hay comparación con lo que ella se prepara a lo que me echa a mí en ese recipiente del suelo. No me hace caso, así que decido dar unos sal titos para que vea que estoy ahí. Me mira, sonríe, y dice algo que no entiendo, pero la cuestión es que funciona, y acaba cediendo, para así darme algo de su exquisito desayuno. Veo que se levanta. Ya habrá terminado, me imagino, por eso me dirijo con la cabeza gacha al sofá. No constante, no ha pasado demasiado rato cuando me llama, así que pego un brinco y corro hacia ella, que ya me espera en la puerta.
Aún no me acostumbrado a eso que me pone alrededor del cuello, más que nada porque es algo molesto, pero... ¡qué remedio! Con el tiempo ha aprendido que sin esto no se puede salir fuera, aunque no veo que ella lleve algo parecido... Me siento sumiso a ella, porque por mucha resistencia que ponga, siempre acaba siendo ella quien dirige el paseo. Me gustaría saber si es así con todo el mundo o sí soy único al que marca un ritmo. En nuestra relación es ella quien elije cuando salimos y cuando no, dónde vamos y el tiempo que pasaremos fuera de casa. Además, también se encarga de torturarme con agua y jabón de vez en cuando,aunque ella lo maquilla diciéndome " Hoy toca una buena bañera, Ok". Por último, también rige mi alimentación, obligándome a comer día tras día esas croquetas sin demasiado sabor.
Sin embargo, no puedo quejarme demasiado. Podríamos decir que soy un perro afortunado.
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